Ayer, Javier y yo vivimos una experiencia muy enriquecedora que me gustaría contaros.

Como muchos de vosotros  sabéis, nuestra hija Aitana es sorda. Su diagnóstico exacto es Hipoacusia Neurosenrial  Severo-Profunda Bilateral.

En los últimos cuatros años, se han cruzado en nuestra vida muchas personas en diferentes ámbitos: educativo, médico, social y laboral. De todos ellos, siempre hemos tratado de aprender, de quedarnos con lo mejor y de hacer balance.

Ayer tuvimos la oportunidad de poder recordar todo lo que nos aportaron sus educadoras de la escuela infantil a la que asistió durante más de dos años, Pequelandia (Puerto Sagunto), y lo hicimos delante de futuros educadores de educación infantil, gente joven que en estos momentos se está formando para poder enseñar a nuestros hijos.

Fueron casi dos horas de charla en la que Javier y yo íbamos tomando la pablara y cada uno aportando nuestra visión, nuestra experiencia… con el objetivo de transmitirles el siguiente mensaje: ¿Qué fue aquello que como padres de una niña con discapacidad más valoramos de sus educadoras?

  1. Por una parte, la formación: la base teórica que ellas habían adquirido fue lo que les hizo darse cuenta de que en Aitana algo iba mal en su desarrollo. De esta forma, ellas fueron las que nos pusieron en alerta de que podía haber algún problema y eso fue lo que nos hizo dar el paso de ir a un especialista.
  1. Su actitud: su excelente actitud por querer asumir el reto de trabajar y enseñar a una niña sorda profunda. Las ganas de aprender acerca de esa discapacidad, sus constantes preguntas por saber cada día más para poder ayudar mejor. Su predisposición por formar un equipo de trabajo junto a su logopeda y nosotros. La comunicación entre ese equipo cohesionado, fue uno de los factores clave del éxito.
  1. Su empatía: esa capacidad para poder ponerte en la piel de los demás, de tratar de pensar, de sentir como el otro. Eso hizo que siempre fueran súper cuidadosas a la hora de transmitirnos los posibles avances o problemas de Aitana en el aula. Eso les hizo que no nos sintiéramos solos, al contrario, siempre estuvimos súper arropados, nos sentimos comprendidos y escuchados. Ellas no se compadecían ni de Aitana ni de nosotros, ellas eran parte de nuestro equipo y, como Javier y yo, no tenían tiempo para ello. Ellas no sólo se preocupaban por el desarrollo de nuestra hija sino también por nuestro estado emocional, nos preguntaban abiertamente cómo nos sentíamos, cómo era nuestra vida con Aitana en casa. Algo tan sencillo, tan fácil, como preguntar ¿qué tal estáis?

Estos son los 3 factores clave, que Javier y yo, consideramos fueron los que hicieron que nuestra hija se adaptara al aula, se sintiera integrada, querida… en definitiva, una niña más.

educar a un niño con discapacidad

Desde estas líneas, agradecemos a Mara Peiró, alumna del centro y amiga de la infancia, y a Cueva, tutora del grupo del Instituto Puzol (Valencia),  la oportunidad que nos brindó de poder transmitir todo esto a cerca de 70 personas.

Los alumnos  tuvieron una fantástica actitud, estuvieron muy atentos durante la charla e hicieron preguntas muy interesantes.

Deseamos que todos ellos recuerden estos 3 factores, porque no sólo es necesario aplicarlos en un ámbito laboral. Consideramos que son imperativos para la vida en general.

Los tres factores clave para el educador de un niño con discapacidad, se convierten en tres factores clave para manejarte en la vida.

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Sinopsis:
A veces la vida te cambia en un segundo. De repente, todo se desmorona. Aparece el miedo, la negación, la desesperación, la rabia. A Loles Sancho le ocurrió cuando le dieron el diagnóstico de su hija Aitana: hipoacusia profunda. Fue en ese segundo cuando la vida le cambió… pero a mejor. Porque decidió superar el miedo, la negación, la desesperación y la rabia. Y lo consiguió. SOS Mi hija es Sorda es una historia de superación, de lucha, de lágrimas y de felicidad. Loles Sancho tuvo que aprender a vivir de una manera diferente. La discapacidad de su hija le hizo superar su obsesión por el trabajo y la perfección. El running le dio la fuerza que necesitaba para emprender la lucha por el bienestar de su hija. Y su marido y gran apoyo, Javier, le dio la paz necesaria para  entender que hundirse no era una salida. El libro de Loles Sancho no es una historia de discapacidad, es una historia de fuerza, de lucha, de sinceridad, de amor incondicional y emociones desbordadas. Es la historia de una mujer que hizo frente a la adversidad mirándola de frente.