Lo mío nunca fue saber hacer peinados. Media parte de mi vida la he pasado con el pelo corto y la otra media con una coleta hecha de cualquier manera.

Así que imaginaos la destreza que puedo tener en hacer trenzas, recogidos… Cero patatero, jajaja

Pero la vida es caprichosa y ha traído a mi vida a una niña sorda implantada bilateralmente a la que le encantan los recogidos, las trenzas de boxeadora, y todos los peinados que lucen sus actrices favoritas de las series de televisión y youtubers.

La verdad, es que con sentido del humor es desde donde mejor afronto estas situaciones con mi hija. Así que espero que ninguna persona que lea este post piense que me río, o que falto al respeto de las personas implantadas. No es mi intención, mi objetivo es afrontar estas situaciones desde la alegría, con amor y con humor, y no siendo víctima.

Después de este pequeño inciso, prosigo con la historia de los peinados.

Todas las mañanas antes de ir al colegio Aitana me pasa un examen, me pone a prueba y, en ocasiones, también al límite. Sí sí, tal cual os lo cuento.

La noche de antes ya me avisa de que peinado va a querer al día siguiente, con lo que me da 8 horas para que me vaya haciendo a la idea de lo que me espera. Por la mañana y nada más abrir un ojo, lo primero que me dice es «Mami, ¿te acuerdas del peinado de hoy?

¡Pero como  no me voy a  acordar si he tenido pesadillas! Jajaja

Os prometo que pongo todo lo que hay en mí para que me salga un peinado 10, pero sumado a mi ineptitud de hacer peinados junto a sus implantes cocleares hay días que  nos subimos las dos por las paredes.

Ahora voy a «ponerme un poco seria» para explicaros porque es para mí una aventura peinar a mi hija con implantes cocleares.

Para los que conocéis los implantes cocleares sabéis que hay una parte externa que se coloca detrás de la oreja, que a su vez lleva un cable conectado que acaba con una bobina imantada que se pega a una parte de la cabeza. En el caso de Aitana, como en el de muchas otras personas implantadas bilateralmente, esta parte imantada no está ubicada exactamente a la misma altura en ambas partes de la cabeza. Esto hace que, por ejemplo, sus coletas laterales no estén a la misma altura, cosa que desespera a mi hija y a mí, como consecuencia de verla a ella desesperada.

¿Qué ocurre cuando quiero ponerle ganchitos en el pelo? Pues que no se les puede poner donde quiere, porque bien el cable o la propia bobina lo impide.

¿Qué ocurre cuando quiere ponerse diadema? Pues que no puede ponerse todas las que ella desea porque al llevar detrás del oído el procesador, que ya ocupa bastante espacio, no hay espacio para cualquier grosor de diadema.

¿Qué ocurre cuando está de moda ponerse el pelo por detrás de la oreja y que sea la propia oreja la que sujete tus mechones de pelo? Pues que está el dichoso procesador ocupando ese espacio que debería ocupar el pelo y que hace que no quepa ese precioso mechón. Y así os podría contar un sinfín de peros.

Y para más inri, como nuestros hijos son nuestros mejores espejos, Aitana no se conforma solo con decirme que sus coletas no están a la misma altura, sino que coge una regla y mira que desnivel hay entre una y otra y me dice que NO ESTÁ PERFECTO, haciendo honor a mi absurda obsesión por la búsqueda de la perfección que tanto sufrimiento ha provocado en mi vida.

Total, que aquí estoy yo tratando de dejar atrás viejos fantasmas que me han acompañado durante años, como este fantasma Don Perfecto, y la vida me trae una cabeza que peinar con doble salto mortal de dificultad. ¿Será otro regalo que me concede la vida para que supere y mejore mi vida? Seguro que sí.

Desde estas líneas me comprometo a dos cosas;

  1. A aceptar con responsabilidad y de manera consciente que somos perfectos con nuestras imperfecciones.
  2. A ver tutoriales de YouTube para aprender trenzas de boxeadora, que son las que peor se me da y las que le gustan a Aitana.

En otros post os contare como afronta Aitana el hecho de no poder llevar los peinados de la forma que ella desearía, porque este es otro punto a trabajar con niños con pérdida auditiva. Por lo menos yo lo veo así.

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Sinopsis:
A veces la vida te cambia en un segundo. De repente, todo se desmorona. Aparece el miedo, la negación, la desesperación, la rabia. A Loles Sancho le ocurrió cuando le dieron el diagnóstico de su hija Aitana: hipoacusia profunda. Fue en ese segundo cuando la vida le cambió… pero a mejor. Porque decidió superar el miedo, la negación, la desesperación y la rabia. Y lo consiguió. SOS Mi hija es Sorda es una historia de superación, de lucha, de lágrimas y de felicidad. Loles Sancho tuvo que aprender a vivir de una manera diferente. La discapacidad de su hija le hizo superar su obsesión por el trabajo y la perfección. El running le dio la fuerza que necesitaba para emprender la lucha por el bienestar de su hija. Y su marido y gran apoyo, Javier, le dio la paz necesaria para entender que hundirse no era una salida. El libro de Loles Sancho no es una historia de discapacidad, es una historia de fuerza, de lucha, de sinceridad, de amor incondicional y emociones desbordadas. Es la historia de una mujer que hizo frente a la adversidad mirándola de frente.