Probablemente, a estas alturas de año muchos corredores populares tengan la mente puesta en la Maratón.

Y yo me pregunto, ¿qué significa para un corredor popular, como yo, hacer una maratón? Y en la respuesta, y sin ánimo de ofender a nadie, me viene la palabra ego.

¿Por qué ego? Porque quizás me haga cruzado con muchos atletas populares que por sus comentarios me hayan transmitido eso, pero estoy segura que si rascaran un poco dentro, en su cabeza, en su corazón,…sacarían un motivo mucho más importante que el ego para correr una Maratón.

No sé si por vergüenza,  por timidez, o simplemente porque no saben expresarlo no llegan a transmitir qué es eso que les mueve a hacer la “locura” de correr 42.195 metros.

Para mí personalmente es una “locura” someter al cuerpo a correr esa distancia y más aún cuando no estás preparado, pero en eso no voy a entrar. Sólo diré que creo que un alto porcentaje de la gente que corre maratones no está físicamente preparada para que su cuerpo asimile bien ese gran esfuerzo. Acabarla la acaban, claro, el ego es todopoderoso, pero las secuelas que dejan en su cuerpo son más graves de lo que ellos imaginan.

El objetivo de este post no es otro que transmitiros qué supone para mí enfrentarme a un Maratón, porque quizás de esta forma ayude a algunas personas a encontrar su verdadera razón para correr esos 42 kilómetros.

Desde hace meses estoy entrenando de una forma diferente. Diferente por varios motivos:

– Entreno con pulsómetro, “chisme” que nunca había utilizado y del que ahora no me puedo separar.

– Hago entrenamientos diferentes: aeróbicos, cuestas, series cortas, series largas,… y recientemente he añadido algo de pilates y pesas.

– Entreno con la ayuda y supervisión de un amigo que es el que pauta mis entrenamientos semanales adaptándolos a mi situación en cada momento.

Todo esto ha provocado en mí algunas transformaciones a nivel físico y otras a nivel emocional. Pues bien, es esa transformación emocional la, que en gran parte, me está haciendo plantearme correr el Maratón y os preguntaréis ¿por qué la emocional y no la física?

Porque es ahí, en la parte emocional en la que encuentro el verdadero significado de correr una Maratón. En estos meses me he reencontrado conmigo misma, he conocido aspectos de mi persona que ignoraba por completo, positivos y negativos. En estos meses mi capacidad de gestión ante las circunstancias que la vida nos pone enfrente ha mejorado, he sacado de dentro cosas inservibles y he dejado espacio a otras a las que sacar mejor provecho. En definitiva, estos meses me están sirviendo para remodelarme y para sacar de mí la mejor versión de mi misma. La mejor versión para mí y para los míos.

Y en estos meses cuanto más me esfuerzo, más me vacío y me lleno de otras cosas, y cuanto mayor es mi sufrimiento más vacía me quedo y dejo paso a cosas nuevas: a personas, a proyectos, a sueños, a quererme y dejarme querer…y es maravilloso.

Y sé que será maravilloso entrenar durante meses, hasta el día de la prueba, teniendo siempre presente mi verdadero motivo. Y serán meses en los que me siga remodelando y siga experimentando cosas nuevas, y me siga conociendo mucho más a mi misma y vea que mis límites cada vez se van alejando más, que me van retando para que siga luchando para alcanzarlos.

Por eso quiero correr una  Maratón. Y si la corro no voy a correrla por nadie, no voy a poner a nadie como escusa para hacer la locura de correr 42 kilómetros. Si lo corro la correré por mí, porque quiero seguir vaciándome y dejar espacio para llenarme de cosas nuevas que me ayuden a ser mejor persona. Necesito saber hasta dónde puedo llegar mas como persona que como corredora popular.

Ese es mi verdadero motivo y espero que este post os haga reflexionar a los muchos que no encontráis vuestro verdadero motivo y lo disfrazáis con el ego de conseguir una medalla de finisher y tener una foto cruzando la meta (dicho desde el cariño).