Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con el objetivo de recordar las dificultades diarias a las que se enfrenta este colectivo.

Hoy es uno de los pocos días del año en el que, gran parte, de la sociedad se acuerda de las dificultades a las que se enfrentan a diario las personas con discapacidad. Esto me recuerda al día de todos los santos, y perdonad que sea tan “severa” o directa, pero yo a mis muertos los recuerdo a diario.

Es uno de esos días en el que personas que pasan a diario de los discapacitados se echan a la calle a defender sus derechos y tratan de apoyar como buen samaritano.

Esas mismas personas que a diario no ceden el asiento en el autobús a un discapacitado, o en la cola del supermercado, que aparcan sin ser ellos los discapacitados en plazas destinadas a personas con movilidad reducida (porque algún familiar o amigo dispone de la tarjeta), personas que aparcan en las rampas de las aceras, personas que se consuelan de ver que ellos al menos pueden andar, escuchar, saltar y los otros “pobrecitos” no… personas que no ayudan a un ciego a orientarse, personas que ven a un niño que habla o anda mal y que dicen “mi hijo a su edad le daba mil patadas” sin pensar que ese niño puede tener algún problema,… y un larguísimo etcétera.

Y hoy no quiero felicitar a los sordos, ni a los ciegos, ni a los sordo-ciegos, ni tampoco personas con TEA, parálisis cerebral y otras…. a ellos les felicito y admiro a diario.

Hoy quiero felicitar a los verdaderos discapacitados, a esas personas que no tienen corazón, porque no hay discapacidad más peligrosa que la falta de corazón.

Y en especial, muy en especial, a los que hace un tiempo me dijeron que Dios hay veces que nos castiga y que nos trae como hijos a niños con algún problema y que no nos queda otra que vivir con esa carga de por vida.

Ahora me siento fuerte para decir y denunciar estas cosas, hace un tiempo necesitaba esta fuerza para poder levantarme de la cama y darle a mi hija la mejor de las sonrisas.

Esto va por Aitana (mi hija sorda), por mi marido, por todos los que forman parte del #equipoimplantecoclear y por los 4 millones de personas con discapacidad que hay en España.

Sendra+Discapacidad