Soy muy afortunada. Por mi manos, y ante mis ojos, pasan muchos proyectos empresariales. Clientes, alumnos de los Master, amigos que quieren compartir sus ideas conmigo.

Y me doy cuenta cómo las personas valientes, en los momentos duros, sacan lo mejor de sí mismos y tratan de encontrar sus nichos, sus huecos, para competir y seguir enganchados al mundo laboral.

Ideas muy buenas, bien fundamentadas, bien trabajadas….pero que a muchas de ellas les falta una dosis de realidad.

Un amigo me cuenta su proyecto: en un viaje por Asia encontró un fabricante de zapatillas deportivas casual. Sí, ya sabéis, zapatillas que no sirven para hacer deporte, sino para vestir de manera informal, salir por la noche de copas y tener un look moderno, juvenil y desenfadado.

Mi amigo hizo las cosas bien: firmó un acuerdo con el fabricante para distribuir en España, calculó al dedillo los costes del proyecto, estudió el mercado y los precios medios de ese tipo de calzado, e hizo una web bonita, clara y funcional. Tenía claro que, en los tiempos que corren, la disminución de costes fijos es fundamental, y diseñó su core business:

“Vender zapatillas de vestir de calidad, a un precio más bajo que el precio medio del mercado, a través de internet”.

Costes controlados, buenos cálculos de stock, agilidad de importación, y, de verdad, un buen producto.

Pero no cayó en algo. No incluyó su DOSIS DE REALIDAD.

Mi marido es un comprador potencial del producto de mi amigo. Utiliza ese tipo de calzado en algunas ocasiones, y cuando ya se le han desgastado, pues simplemente, se compra otro par. Siempre hay un par de calzado de ese tipo en el zapatero.

Pero mi marido, cuando va a comprar calzado, y yo, y supongo que mucha más gente, miramos más cosas que la estética: las costuras, el espesor de la suela, las lengüetas, la calidad del material exterior (si es piel, o ante, o sintético), etc.

No hablemos ya de probárselas. Qué número es el adecuado en ese modelo, si son cómodas, si te siguen gustando una vez puestas.

Por lo que a mi amigo le dije mi opinión: es un proyecto viable, lo tienes bien estudiado, estructurado, un proyecto low cost, pero…siempre hay un pero….es un producto difícil de comercializar por internet. ¿Por qué? Porque es un producto que no tiene “nombre y apellidos”.

“Si me dices que vas a distribuir modelos conocidos, que la gente puede ver en una tienda, o que conoce la marca, puede ser una buena idea. Una Nike Tennis Classic son lo que son. Y si me quiero comprar unas, y tú las vendes más baratas, no tendré dudas en comprártelas a ti. Pero una marca que no conozco, que no conozco su horma de numeración, ni sus calidades, aunque sean económicas, me costará comprarlas”.

He ahí la DOSIS DE REALIDAD. ¿Significa que tiene que dejar de lado su proyecto o su producto? EN ABSOLUTO.

Sólo que debe incluir una nueva variable en su ecuación, y es conseguir que el producto sea mínimamente conocido, palpable y de confianza.

¿Y vosotros, habéis añadido ya vuestra DOSIS DE REALIDAD?